Resérvese unos cinco minutos para leer con calma este artículo. Ahora que está en esa sala de espera viendo como avanzan los números y calculando cuánto falta para que lo/la atiendan, o tiene un tiempo disponible a la espera de una reunión virtual, o mientras se traslada en el Metro, o en la micro, o está practicando ese deporte nacional tan arraigado que es “hacer fila”; le proponemos un ejercicio de reflexión que, esperamos, le permita mover algunos engranajes personales internos para vivir con mayor plenitud y satisfacción sus relaciones interpersonales y, en consecuencia, su vida.
Tenemos varias certezas que derivan de la investigación y la experiencia. Ser capaz de generar y sostener (buenas) relaciones con los demás, es una de las principales claves para una vida satisfactoria. Vivir en sociedad implica que, en todos los ámbitos de la vida, nos vemos enfrentados a tener interacciones con otras personas. Es inevitable. Piense en la última vez que pasó un día completo, 24 horas, sin comunicarse con nadie. Difícil. Las relaciones interpersonales son el lubricante que hace funcionar la sociedad en la que vivimos. Los equipos de trabajo pueden llegar a acuerdos, proponerse objetivos comunes, negociar, solucionar conflictos de interés…
Investigaciones realizadas por todo el mundo y en distintos ámbitos (laboral, familiar, deportivo) señalan que una mayoría abrumadora de las personas prefieren “no hablar de ciertas cosas molestas” para evitar el conflicto que podría producirse si se abordan “esas cosas”. Eso da como resultado relaciones más bien frágiles, superficiales y de poca confianza. Por cierto, no abordar “esas cosas” no las hace desaparecer. Siguen ahí, igual que el malestar que producen. Lo más probable es que ese malestar crezca hasta, probablemente, generar un desborde emocional y tensionar mi relación con los demás. Esa persona que siempre entrega la documentación un día después del plazo establecido, o esa jefa que toma sin pedir permiso objetos que están en mi escritorio, o esa persona que envía una cita a mi calendario sin preguntar por mi disponibilidad o me llama fuera del horario laboral. Son “cosas” que al inicio molestan poco, pero al no abordarse, como una bola de nieve cuesta abajo, van creciendo en frecuencia y en intensidad, igual que la emoción que deriva de ellas.
Si a esto le sumamos que Chile es uno de los países donde existe un mayor nivel de desconfianza entre las personas (datos del World Values Survey) el escenario se pone más complejo. La folclorización y extensión del “chaqueteo” como un personaje frecuente en el mundo laboral, o la valorización social positiva que tiñe eso que conocemos como “pillería del chileno”, generan que nos aproximemos a la relación con los demás con cierto recelo.
Último pelo en la sopa. El teletrabajo ha aumentado exponencialmente después de la emergencia sanitaria que vivimos entre los años 2020 y 2023. Un estudio de investigación llamado “Animosidad a larga distancia” concluyó que las personas que trabajan en un formato remoto tienden a relaciones interpersonales de más baja confianza, por lo que en general, no se atreven a sostener conversaciones que puedan ser complicadas. Las personas que pertenecen a este tipo de equipos y dinámica laborales soportan trece diferentes consecuencias (traiciones, cahuines, menosprecio, agresión pasiva, etc.) con una frecuencia tres veces mayor que los que pertenecen a equipos presenciales.
Si lo dejáramos hasta aquí, podríamos decir que el escenario es relativamente desalentador. Pues no. Para nosotros, todo esto que acabamos de mencionar es simplemente una visión amplia del contexto en el que vivimos. Y como expertos en liderazgo y cultura de equipo, sabemos que es una tremenda oportunidad de desarrollo. En el mundo laboral, un ingrediente básico para que se alcancen los objetivos y que los equipos de distintas áreas estén alineados, es que las personas se rindan cuentas mutuamente. Para rendirse cuentas, sabemos que se requiere madurez y confianza, tanto para pedir rendiciones (necesito el informe de gestión que te comprometiste a enviar hoy antes de las 14:00) como para reconocer que no se cumplió, o mejor aún, para advertir que no se va a poder cumplir (¿hay alguna posibilidad de correr el plazo para las 16:30?).
La invitación que queremos dejar después de esta reflexión tiene dos ejes y varios puntos que vamos a exponer a continuación. El primer eje tiene que ver con la frecuencia de mis interacciones y el otro con la calidad de las relaciones interpersonales.
El primer eje es simple, básicamente consiste en aumentar el tiempo que dedicamos a la relación con los demás. Ojalá de forma presencial. Y como complemento, ojalá le sumemos instancias distendidas (cafés, happy hours, cumpleaños de colegas…)
El segundo eje, la calidad, se establece a través de:
1) Poner atención a la otra persona. ¿Cuál es su lenguaje corporal? ¿Qué me dice su rostro, su tono de voz…? Darle espacio para que se exprese.
2) Interesarme, sin ser indiscreto, por información del contexto particular de esa persona. ¿Cómo están sus hijos? ¿Practica algún deporte? ¿Tiene alguna afición? …al mismo tiempo que yo comparto información de mi contexto personal.
3) Valorar positivamente a la otra persona, reconociendo sus aportes al equipo, al área y a la empresa cuando corresponda.
4) Atreverse a entrar en conversaciones que pueden ser incómodas para abordar “las cosas que pueden ser molestas”. No hay nada que genere mayor calidad de vínculo que la honestidad.
5) Utilizar el humor, el buen humor, como aproximación empática y respetuosa hacia la otra persona. Hay que tener cuidado con el uso del sarcasmo y la ironía. Ambas requieren de altos niveles de confianza o, mejor aún, complicidad, y esta se construye con el tiempo.
En síntesis: Las relaciones interpersonales de calidad son una de las fuentes de satisfacción y bienestar más importantes que tenemos. Mostrar interés por las demás personas, al mismo tiempo que desarrollo mi habilidad para sostener conversaciones incómodas, es clave para esa calidad. Las personas que tienen un rol de liderazgo dentro de los equipos de trabajo pueden generar espacios de mayor confianza, que aumenten la frecuencia de interacción entre los miembros de los mismos, y promover la expresión de desacuerdo sin que haya represalias posteriores.
Los líderes pueden tener un gran propósito respecto a las relaciones interpersonales y confianzas que existen en el núcleo de los equipos de trabajo. Los invitamos a hacer que pasen de moda las relaciones exclusivamente transaccionales en el ámbito laboral. Este tipo de vínculos puramente pragmáticos, entre tomadores de requerimientos y cumplidores de entregas, deberían estar en peligro de extinción. Está en sus manos aportar su granito de arena para tener equipos de trabajo, empresas y, en consecuencia, una sociedad, un Chile con engranajes mejor aceitados y personas más plenas y satisfechas.
Puede comenzar mirando a los ojos y sonriendo a la persona que lo/la va a atender después de los 15 minutos que ha estado en la sala de espera, a la señora que sube al metro justo cuando usted se baja, o en la micro, o saludar con afecto a la cajera que por fin lo/la va a atender después de los 10 minutos rituales de fila en el supermercado.
Daniel Rovira
Equipo Hux