Imagínate que tu hijo o hija, este final de semestre que recién pasó, te muestra que sus notas son altas en Matemáticas, Historia, Ciencias Naturales y algunas otras materias más, pero mientras tu pecho se infla de orgullo, te das cuenta que las notas en lenguaje (o Castellano para los más viejos) e inglés son bajas. ¿Qué nos pasa normalmente en esa situación? Hasta no hace mucho tiempo, los hijos se llevaban un reto, quizás hasta un castigo, y se tomarían medidas inmediatas para que suba esas notas bajas.

¿Con las buenas? Nada.

Algunos psicólogos liderados por Martin Seligman, concientizaron, hace más de 25 años, que la psicología se dedicaba a ayudar a las personas que tuvieran problemas conductuales o ciertas insatisfacciones para que vuelvan a estar nuevamente en un nivel normal, pero no hacía nada con las personas que estaban “normales” para llevarlas a un nivel más alto de bienestar y rendimiento.

A partir de ello, apareció la “felicidad” o “bienestar subjetivo” como ciencia (medible) con el desarrollo de fortalezas a la base para conseguir un estado de mejor calidad de vida, especialmente en el trabajo.

El trabajo con las fortalezas empieza a ser cada vez más común; de a poco, se ha ido cambiando el paradigma de “ser buenos en todo” hacia “ser excelentes en aquello que soy fuerte” y aprovechar las fortalezas de otros para conseguir aquellos objetivos en los que tengo competencias menos fuertes.

¿Se imaginan a Lionel Messi entrenando como arquero porque es algo que tiene subdesarrollado en comparación con sus otras habilidades como delantero? ¿Se imaginan que Ringo Starr hubiese abandonado su rol como baterista de los Beatles y se pusiera a practicar trompeta porque es una habilidad que tiene subdesarrollada? Es raro verlo en el deporte, en la música, en los lugares donde el alto rendimiento es exigible casi siempre. ¿Por qué lo hacemos en nuestros trabajos?

Primero porque no ponemos atención a nuestras fortalezas, ni menos a trabajarlas de manera consciente, ¿tienes un plan definido para trabajar alguna de tus fortalezas? ¿Cuántas horas estás dedicando a trabajar tus fortalezas de manera consciente?, o más básico, ¿conoces cuáles son tus principales fortalezas? 

Te invitamos a que hagas el ejercicio consciente de identificar aquellas fortalezas que estás accionando en tus momentos de mayor fluidez, de mayor concentración, de mayor logro y de mayor bienestar. También mirando qué accionaste en situaciones que hoy te generan orgullo, admiración sobre otros, o incluso en aquellas que priorizas o eres proactivo/a. Allí probablemente estés presenciando la activación de tus fortalezas. Y como líderes debemos no sólo verlas en nosotros, si no que también en nuestros equipos, y mencionarlas, chequearlas, desafiarlas e incluso diseñar capacitación para potenciarlas.

Esto no es buenismo, Gallup ha sido persistente en esta tendencia, y ha concluido tras más de 25 millones de assessments que aquellos que usan sus fortalezas de manera consciente, tienen seis veces más de engagement, tres veces mayor satisfacción con su vida, equipos 14% más productivos, 10% mejor evaluación de parte de los clientes, 81% menos ausentismo, y una larga lista de etcéteras

Tampoco se trata de “ser buenos en todo”, o mejor dicho, “no ser bajo nivel en nada”, se trata de que aquellas debilidades que resultan determinantes y obstaculizadoras para lograr los objetivos las trabajemos con urgencia, pero si el momento y los desafíos, no nos demandan una característica que tengamos subdesarrollada, dediquemos el poco tiempo y la poca energía que nos va quedando, al desafío de potenciar nuestras fortalezas.

Javier Pumarino
Equipo HuX