No es novedad que en los últimos dos años las organizaciones, y las personas que trabajan en ellas, han entrado forzosamente en procesos adaptativos, muchas veces al límite de sus capacidades y en un contexto que parece no dar tregua. Así, muchas grandes empresas están poniendo el foco en adaptarse al mismo tiempo que en hacer más eficiente sus procesos. Dicho de otra forma, están intentando hacer mejor lo que hacen al mismo tiempo que intentan hacer algo distinto.

En medio de esto, los líderes intentan responder al desafío con la misma contradicción: intentan sostener la operación, cumplir con los resultados, mantener los procesos en orden, al mismo tiempo que se les pide innovar, transformarse y transformar a sus equipos en células ágiles, ser pilares de la cultura, contener a las personas en tiempos de incertidumbre y un largo etcétera. Claramente el contexto está empujando, o más bien exigiendo, el desarrollo de habilidades que hasta hace algún tiempo eran solo deseables.

Parece que estamos frente a un antiguo dilema. Por un lado queremos que nuestras organizaciones estén a la altura de los desafíos y salgan victoriosas, y por otro lado, estamos tan ocupados trabajando que no tenemos tiempo para desarrollar las habilidades que permitirán estar a la altura. Este dilema no es nuevo. Ya lo enunció Stephen Covey con su frase típica: «detente a afilar el hacha»… y ese clarísimo ejemplo; qué sentido tiene ir conduciendo tan apurado que no tienes tiempo de cargar combustible.

Quizás alguna de estas preguntas puedan alentar una mirada distinta, o quizás movilizar una conversación de equipo, o entre líderes de alguna organización:

  • ¿Cuánto coraje se necesita para entrar en procesos de cambio profundos, aún cuando esto signifique desordenarse internamente o ganar menos dinero?
  • ¿De qué servirá hacer muy bien algo que los clientes ya no valoran?
  • ¿Cuánto nos atrapa la urgencia, la operación y ese loco afán por la eficiencia, la perfección y la rentabilidad?
  • ¿Qué se necesita para detenerse a resolver los asuntos que habilitarán a la organización para adaptarse a los desafíos que esta era nos pone por delante?
  • ¿Cuánto tiempo, energía y dedicación estamos dispuestos a invertir en el desarrollo de nuevas habilidades, considerando que ir más allá de lo habitual nos saca de nuestra zona de confort?

Esperamos que cada vez sean más los líderes que tengan el espíritu trasgresor para detenerse a mirar el paisaje, a entenderlo, a conversar, a crear, porque no será la prisa la fórmula que resolverá las urgencias actuales.

Felipe Moya V.
Director de Cuentas en HuX Consultores