En 43 días más, Borja cumplirá 3 años. Lo sé porque se ha encargado de recordárnoslo todos los días desde hace más de un mes.

La transición de los 2 a los 3 años ha significado muchos avances, habla muchas más palabras, arma rompecabezas, se echa agua en un vaso, se pone las zapatillas (con velcro), y aprende cosas cada vez más rápido que, como buen hijo y nieto único, muchos le celebramos. Además, empieza a identificar sus cosas «esto es mío» y separa lo que es suyo de lo que no es.

En pleno aprendizaje, me he sorprendido muchas diciéndole «muy bien! lo hiciste solito», “sí, eso es tuyo” o desafiándolo a ser autónomo diciéndole «hazlo tu solito».

No soy un experto en desarrollo infantil, pero me imagino que a sus casi 3 años, Borja está en una fase de tener más independencia y se justifica que le reforcemos «hacer las cosas solito».

Recuerdo que a mí, de chico, también me aplaudían por eso, pero es algo que hoy, desde mi trabajo como consultor, me levanta ciertas alertas. Por ejemplo, me pregunto cuando debemos dejar de reconocer el «hacer las cosas solito» como un mérito, ¿cuándo debemos cambiar el switch y decir «hazlo con tu equipo»?, o «muy bien, no lo “hiciste solito, lo hicieron en equipo». Al menos de lo que recuerdo, no tengo registros de que haya ocurrido alguna vez.

Y es que pareciera que aprender algo «solo/a» es valioso, y que, ante un desafío, si lo logras «solo/a» es mejor que haberlo hecho en equipo. En HuX Consultores trabajamos con muchas organizaciones que han padecido el teletrabajo porque cada uno trabaja por su lado e incluso abundan las señales de que muchos prefieren “hacer las cosas solitos».

Quienes están en formato presencial o semipresencial valoran la posibilidad de juntarse más, pero no necesariamente muestran que haya más colaboración por el hecho de juntarse, ni siquiera que sea algo clave para ellos. Verse y compartir a diario son los elementos más valorados.

Estamos en deuda. Hoy en día no son pocas las personas que se sienten solas ante los desafíos de su trabajo. Muchas veces se sienten estresadas tratando de lograr todo por su cuenta, con poco apoyo porque cada uno está en su parcela, y se sienten frustradas, porque su trabajo “en solitario” a veces no alcanza.

Damos señales desde pequeños entonces, de que el individualismo y no la colaboración, es el camino, de que trabajar con otros es «hacerla fácil» y eso es «mediocre», si lo haces solo/a es mejor. Por eso, no pidas ayuda, resuelve por ti mismo/a las cosas, y cumple con lo que a ti se te enmienda, estamos casi diciendo no levantes la cabeza.

En un niño de casi 3 años (porque faltan 43 días), puede que el “hacer las cosas solito” haga sentido por su búsqueda de autonomía, pero para nosotros, ya adultos ¿sigue teniendo sentido “hacer las cosas solito”? ¿Qué costo hemos pagado por no saber pedir ayuda?

Entonces ¿a qué edad debemos comenzar a premiar y valorar la colaboración?  ¿a qué edad debemos poner energía en aprender a trabajar juntos? ¿a qué edad aprenderemos por fin que el desafío de «hacer las cosas solito» nos pone en jaque gratuitamente sin agregar más valor que una chapita en el ego?

Javier Pumarino
Jefe de Proyectos en HuX