Algo que distingue a las personas de alto desempeño en las organizaciones, es su capacidad y disposición para hablar de los problemas a los que se enfrentan.
En general, las conversaciones que evitamos son las que terminan generando mayores problemas y un alto costo para los equipos y la organización.
Peter Meyers y Shann Nix las llaman “Conversaciones Valientes” porque necesitan de valentía para decidirse a dejar atrás los miedos y enfrentarlas. Decidirse a tener estas conversaciones es la forma más rápida y poderosa de lograr transformaciones, a nivel profesional y personal. Mientras que, cuando decides no enfrentar la situación, lo malo no desaparece sólo y poco a poco va dañando las relaciones.
¿Cuándo debes tener una conversación valiente?
- Cuando le cuentas a una persona de confianza todo acerca del problema, pero ni siquiera se lo mencionas a la persona con quien lo estás teniendo;
- Te pasas pensando en el problema y repitiendo cosas que te gustaría decirle a alguien;
- Comienzas a presentar síntomas físicos en el estómago o en la garganta cada vez que estás con “esa” persona.
Meyers y Nix dicen que si estás eludiendo conversaciones, es muy posible que se deba a variantes de creencias tales como “si se lo digo, vamos a pelear”, “de todos modos ni me escucha”, “no le importa” o “va a perder el control, o lo haré yo”.
Cuando comenzamos a ver estas conversaciones desde una perspectiva positiva, valorando la oportunidad de estrechar la relación con la otra persona, podemos – si se maneja adecuadamente- fortalecer el nexo a partir de una conversación abierta y sincera, y lograr resolver a tiempo los conflictos que se están presentando y que dificultan el cumplimiento de objetivos.
Al llevar una conversación valiente, puedes expresar tus pensamientos de manera directa y respetuosa, aprendes a ver la perspectiva de los demás e integrar sus ideas en la discusión. Esta actitud debe mantenerse de principio a fin para que la conversación pueda convertirse en acción.