
De la confianza al algoritmo: cómo el liderazgo humano evoluciona en la era de la IA
Rafael Echeverría definió al trabajador del conocimiento como aquel que genera resultados mediante el uso de su intelecto, lenguaje y capacidad de generar sentido. A diferencia del trabajador manual —propio de la revolución industrial— el reto del líder no estaba en controlar el hacer mecánico, sino en activar un entorno de confianza que permitiera que emergiera ese conocimiento latente.
La confianza se convirtió en un motor esencial para que los colaboradores se sintieran seguros al compartir, innovar, experimentar y aprender. El liderazgo, entonces, no era tanto sobre controlar tareas, sino sobre habilitar sentido y sentido compartido para que el conocimiento se desplegara, y así combatiríamos la barrera del temor y el miedo en la relación de jefatura y trabajador.
Hace una semana escuchaba, como de costumbre camino a casa en el horario del taco, el podcast “Lo que importa: La revolución de la IA” de Daniel Matamala (14 de agosto de 2025), en este capítulo un experto Álvaro Casanova afirmaba que este nuevo actor —la inteligencia artificial— no solo asiste, sino que anticipa, propone y genera conocimiento en tiempo real , resignificando profundamente el rol humano.
Ya no se trata sólo de confiar en que la persona traerá su saber y lo pondrá en común; ahora, la IA puede presentar soluciones, insights, resúmenes y escenarios alternativos desde el minuto cero.
Esto plantea preguntas que tensionan la noción clásica del trabajador del conocimiento:
¿El trabajador del conocimiento se convierte ahora en revisor, facilitador o curador del conocimiento generado por la IA?
¿Sigue siendo la confianza interpersonal el núcleo de la producción de sentido, o necesitamos una nueva confianza híbrida —humano + sistema— como base?
Entonces: ¿Cuáles son los desafíos del liderazgo hoy?
1. La confianza debe expandirse para incluir nuevas dimensiones:
Transparencia algorítmica: explicar cómo la IA produce lo que produce.
Ética de la inteligencia: garantizar que las recomendaciones no reproduzcan sesgos o desigualdades.
Responsabilidad compartida: dejar claro quién decide, quién valida y dónde recae la última palabra.
2. Sentido compartido en entornos mixtos
El propósito organizacional debe integrar también lo que emerge de la IA:
Interpretar las propuestas de la máquina desde una mirada humana y cultural.
Humanizar decisiones automatizadas, haciendo visible el porqué de cada opción y no solo el qué .
3. Autonomía creativa como valor diferencial
Cuando la IA entrega conocimiento, lo verdaderamente humano es:
Contextualizar lo recibido para realidades únicas.
Crear nuevos significados , combinando lo provisto con lo no previsto.
Innovar con sentido , trazando caminos inéditos más allá de la data.
4. Capacidades humanas emergentes
El liderazgo debe cultivar habilidades que la IA no puede replicar:
Pensamiento crítico frente a la tecnología.
Curatoría de conocimiento: seleccionar, discernir, priorizar.
Empatía, visión y liderazgo cultural: competencias emocionales que definen la vida colectiva.
5. En síntesis

6. De la información a la sabiduría
Aquí aparece lo esencial: el conocimiento no es lo mismo que la sabiduría .
El conocimiento describe, responde, acumula. La sabiduría, en cambio, discierne, contextualiza, elige y orienta hacia el bien común.
Una antigua metáfora lo explica con simpleza: el conocimiento es saber que el tomate es una fruta; la sabiduría no es ponerlo en una ensalada de frutas.
La IA puede ofrecernos océanos de información, pero el liderazgo humano sigue siendo indispensable para transformarla en sabiduría colectiva : convertir datos en sentido, conocimiento en propósito, información en cultura compartida.
Reflexión final
Y quiero terminar con una confesión: esta columna no la escribí sola. La escribimos entre la IA y yo. Pero lo relevante no es quién puso las palabras, sino qué sentido construimos con ellas.
Porque en última instancia, la voz sigue siendo mía. Y la sabiduría —esa capacidad de discernir, de elegir y de dar propósito— sigue siendo, y seguirá siendo, una tarea profundamente humana.
Macarena Molina
Gerenta General Hux Consultores